Educación. Como profe -desde hace poco tiempo- y como director pedagógico -desde hace aún menos tiempo- quisiera hoy hablar de este tema. Desde que vine a este mundo han pasado ya seis leyes de educación. Y como todo en esta vida: tienen sus puntos positivos y negativos.
Pero con esta última normativa nos hemos ido de madre. Lo primero que constato es que se han equivocado en los tiempos; llevamos semanas esperando decretos que regulen las etapas, claridad sobre las asignaturas, cómo se configurará el próximo curso… Y esto es una mala planificación, sin más. Aquí todos esperando a que sucedan las cosas. Si nos hubiesen avisado, sacábamos palomitas y nos sentábamos en el sofá. Pero bueno, luego pretenderán que hagamos todo de prisa y corriendo. Si es que se ve venir…
A mí no me importa mucho que no haya calificación numérica final de una asignatura, pero sí que es un error cómo se ha planteado el tema de la obtención del título de la ESO. Que hay que maquillar cifras y que el abandono/fracaso escolar no sea visible. Pero es que lo que debería quedar claro es que tenemos unos ratios altísimos, niños y adolescentes con dificultades para concentrarse y falta de madurez muy grandes, sin capacidad de gestión emocional, con problemas familiares muy gordos, muchos trastornos y enfermedades presentes, etc. Faltan recursos, faltan medios… Y bueno, yo estoy en un cole “pequeño” en cuanto a alumnos, pero grande en posibilidades, donde es más fácil acompañarlos, cuidarlos, que crezcan en todas sus dimensiones. Es decir, viendo esta realidad concreta y sabiendo como es la situación de otros colegios, lo que queda claro es que esta ley solo va de números, no de personas. Nos sigue importando más el informe PISA que poder ayudar a nuestros alumnos a crecer y formarse de forma adecuada.
Y hablando de números, siento que las letras dejan paso a la ciencia. Cada vez se arrincona más las humanidades, el pensamiento, la razón, la historia… y eso, ¡eso es lo que nos ha hecho grandes en la historia! Porque un pueblo solo crece cuando sus ciudadanos crecen, razonan y reflexionan sobre su vida y otros tantos temas. Lo demás es vivir detrás de una masa, siendo un número.
Y, por último, esta ley habla de esfuerzo por parte del alumno (disposición final primera, artículo sexto, punto 4…), mientras que el esfuerzo es lo único que parece que no importa. Una paradoja redonda, potenciando lo que en verdad no hace falta…
Esta es mi opinión. Muy reducida, muy poco profundizada en este lugar, con puntos positivos que veo en la ley, pero con más desaciertos y prisas que otra cosa.
Lo peor: que todos estamos esperando la siguiente ley. Esa es la mentalidad que han generado en nosotros, que esto siempre acaba siendo transitorio, cuando es uno de los elementos fundamentales de la vida y crecimiento de la sociedad.
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