“Si la misión de la Iglesia es convertirse en una familia, a la inversa, la misión de la familia es convertirse más y más en Iglesia”. Estas palabras del Cardenal-Arzobispo de Bombay, Mons. Oswald Gracias, en la homilía del miércoles a la tarde, aún resuenan en nuestros corazones como una verdad cierta y aún por descubrir en el día a día.
El miércoles fue un día de primer contacto para nosotros. Todo era nuevo y con la dificultad añadida de ser en otro idioma. Llegamos a la Eucaristía de la tarde donde pudimos reencontrarnos con amigos y hermanos sacerdotes junto con muchas familias de otras diócesis españolas. Y al final del día asistimos a una conferencia titulada: “¿Por qué casarse en la Iglesia?”, donde diversos ponentes explicaron si vivencia personal o el acompañamiento que se establece para que ellos descubriesen el valor e importancia de la gracia sacramental. Quizás el que más nos impacto fue José Granados, sacerdote y vicepresidente del Instituto Juan Pablo II de la familia en Roma (Nico realizó el master en la sede que tienen en Madrid), que afirmó la importancia de descubrir un lugar donde el amor pueda crecer, un lugar donde poder sentirse acogido y acompañado: la Iglesia.
El jueves paseamos por la exposición de los distintos stands en los cuales las asociaciones y movimientos muestran como es su misión y labor en la pastoral familiar. También hemos colaborado ministerialmente acudiendo a confesar. A la tarde, además de una breve visita por Dublín, asistimos a un concierto de un grupo folk-rock llamado Rend colletive, cuya espacio musical nos ayudaba también a orar. Terminamos la jornada asistiendo a una mesa redonda sobre afrontar el sufrimiento y las crisis matrimoniales.
Ciertamente, estos son días de gracia, de encuentro y alegría por la fe que vivimos en la comunión de la Iglesia. Nuestra mirada hacia el matrimonio, a todo lo que ello significa y a lo que se enfrenta, tiene un deseo de renovar su presentación, de mostrar el camino de sueños e ilusiones que es la alianza matrimonial junto con una mirada real y veraz sobre todo lo que implica y el sufrimiento que en él existe. Para la Iglesia en Irlanda es una ocasión para renovar su fe en el Señor Jesús y para redescubrir la centralidad de la familia en la vida eclesial; y para todos los que participamos en este encuentro es una ocasión para ilusionarnos nuevamente en la pastoral familiar y descubrir nuevos métodos o caminos para presentar esta alianza entre hombre y mujer.
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