«No soy digno de desatarle la correa de sus sandalias» (Jn 1, 27). Hoy, en el natalicio de San Juan Bautista, merece la pena que nos detengamos un instante en estas palabras que revelan un significado mucho más hondo y que para nosotros es signo de algo mayor.
Existía en el mundo judío una ley recogida en el libro del Deuteronomio: la ley del levirato. Dt 25, 5-10 nos cuenta lo que significa:
Si unos hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin tener hijos, la mujer del difunto no se casará fuera con un hombre de familia extraña. Su cuñado se llegará a ella, ejercerá su levirato tomándola por esposa, y el primogénito que ella dé a luz llevará el nombre de su hermano difunto; así su nombre no se borrará de Israel. Pero si el cuñado se niega a tomarla por mujer, subirá ella a la puerta donde los ancianos y dirá: «Mi cuñado se niega a perpetuar el nombre de su hermano en Israel, no quiere ejercer conmigo su levirato». Los ancianos de su ciudad llamarán a ese hombre y le hablarán. Cuando al comparecer diga: «No quiero tomarla», su cuñada se acercará a él en presencia de los ancianos, le quitará su sandalia del pie, le escupirá a la cara y pronunciará estas palabras: «Así se hace con el hombre que no edifica la casa de su hermano»; y se le dará en Israel el nombre de «Casa del descalzado».
En Rut 4,7 vemos como Booz adquiere el derecho de poder redimir a Rut, la viuda de un pariente, y casarse con ella, recogida en esta tradición: «Antes en Israel, en caso de rescate o de cambio, para dar fuerza al contrato, había la costumbre de quitarse uno la sandalia y dársela al otro. Esta era la manera de testificar en Israel».
Cuando a Juan le preguntan quién es él, sus palabras son estas: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia». El que no conocéis aún es Alguien mayor que yo, es el novio. ¿Por qué sabemos que Jesús es el novio? Porque de Él dice Juan que no puede desatarle la correa de la sandalia, de manera que no ha enviudado. Pero, entonces, ¿quién es la novia? La Iglesia.
Vemos entonces la imagen de la Alianza entre Cristo y su Esposa manifestada en estas palabras y gestos. La Alianza que sellará Jesús con su sangre es revelada por Juan al comienzo del Evangelio y como signo profético de lo que acontecerá en la Pasión. El Bautista es el amigo del Novio, quien lo conoce, quien le ayuda a prepararlo todo, pero la potestad, al dignidad, el poder, lo tiene Cristo, que es el verdadero Mesías. Por eso dirá Juan más adelante: «Yo tengo que menguar y Él tiene que crecer.
[Imagen hecha por IA]
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