Santa Teresa de Jesús dice que “orar es tratar de amistad estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama”. Por tanto, para la oración hace falta dos sujetos: Dios y cada uno de nosotros. Dos “tú”.
Me gustaría partir del hecho de que, frente a las demás religiones, donde la oración es un intento del hombre de elevar la oración a Dios, el cristianismo encuentra su modo definitivo de acercarse a Dios a través de la encarnación. Él ha querido ser tan cercano como para estar entre nosotros, compartir nuestra humanidad. Y si Dios ha hecho el movimiento descendente hacia la tierra es porque ahora desea que nosotros, unidos a Él por el bautismo, hagamos el movimiento ascendente, el que nos lleva al Cielo.
Un punto decisivo se halla en que Jesús une nuestra oración a la suya, haciendo posible que llegue a Dios.
“La verdadera oración es la que se hace en el secreto de la conciencia, del corazón: inescrutable, visible solo para Dios. Dios y yo. Esa oración huye de la falsedad: ante Dios es imposible fingir. Es imposible, ante Dios no hay truco que valga, Dios nos conoce así, desnudos en la conciencia y no se puede fingir. En la raíz del diálogo con Dios hay un diálogo silencioso, como el cruce de miradas entre dos personas que se aman: el hombre y Dios cruzan la mirada, y esto es oración. Mirar a Dios y dejarse mirar por Dios: esto es rezar. «Pero, padre, yo no digo palabras…». Mira a Dios y déjate mirar por Él: es una oración, ¡una hermosa oración!” (Audiencia general del Papa Francisco, 13 de febrero de 2019).
“La búsqueda del hombre sólo encuentra su plena realización en el Dios que se revela. La oración, que es apertura y elevación del corazón a Dios, se convierte así en una relación personal con él. Y aunque el hombre se olvide de su Creador, el Dios vivo y verdadero no deja de tomar la iniciativa llamando al hombre al misterioso encuentro de la oración” (Audiencia general del Papa Benedicto XVI, 11 de mayo de 2011).
TIPOS DE ORACIÓN
- Bendición y adoración: “La oración de bendición es la respuesta del hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir a su vez a Aquel que es la fuente de toda bendición” (CCE 2626). “La adoración es la primera actitud del hombre que se reconoce criatura ante su Creador. Exalta la grandeza del Señor que nos ha hecho y la omnipotencia del Salvador que nos libera del mal” (CCE 2628).
- Oración de petición: “por ser criaturas, no somos ni nuestro propio origen, ni dueños de nuestras adversidades, ni nuestro fin último; pero también, por ser pecadores, sabemos, como cristianos, que nos apartamos de nuestro Padre. La petición ya es un retorno hacia Él” (CCE 2629).
- Oración de intercesión: “La intercesión es una oración de petición que nos conforma muy de cerca con la oración de Jesús. Él es el único intercesor ante el Padre en favor de todos los hombres, de los pecadores en particular” (CCE 2634). “Interceder, pedir en favor de otro, es, desde Abraham, lo propio de un corazón conforme a la misericordia de Dios” (CCE 2635).
- Oración de acción de gracias: “La acción de gracias caracteriza la oración de la Iglesia que, al celebrar la Eucaristía, manifiesta y se convierte cada vez más en lo que ella es. (…) La acción de gracias de los miembros del Cuerpo participa de la de su Cabeza” (CCE 2637).
- Oración de alabanza: “La alabanza es la forma de orar que reconoce de la manera más directa que Dios es Dios. Le canta por Él mismo, le da gloria no por lo que hace, sino por lo que Él es” (CCE 2639).
MODOS DE ORAR
- Oración vocal: “Por medio de su Palabra, Dios habla al hombre. Por medio de palabras, mentales o vocales, nuestra oración toma cuerpo. Pero lo más importante es la presencia del corazón ante Aquél a quien hablamos en la oración. “Que nuestra oración se oiga no depende de la cantidad de palabras, sino del fervor de nuestras almas” (San Juan Crisóstomo, De Anna, sermo 2, 2)” (CCE 2700). “La oración vocal es la oración por excelencia de las multitudes por ser exterior y tan plenamente humana. Pero incluso la más interior de las oraciones no podría prescindir de la oración vocal. La oración se hace interior en la medida en que tomamos conciencia de Aquél “a quien hablamos” (Santa Teresa)” (CCE 2704).
- Meditación: “La meditación es, sobre todo, una búsqueda. El espíritu trata de comprender el porqué y el cómo de la vida cristiana para adherirse y responder a lo que el Señor pide. Hace falta una atención difícil de encauzar. Habitualmente se hace con la ayuda de algún libro, que a los cristianos no les faltan: las sagradas Escrituras, especialmente el Evangelio, las imágenes sagradas, los textos litúrgicos del día o del tiempo, escritos de los Padres espirituales, obras de espiritualidad, el gran libro de la creación y el de la historia, la página del “hoy” de Dios” (CCE 2705). “Meditar lo que se lee conduce a apropiárselo confrontándolo consigo mismo. Aquí se abre otro libro: el de la vida” (CCE 2706). “Pero un método no es más que un guía; lo importante es avanzar, con el Espíritu Santo, por el único camino de la oración: Cristo Jesús” (CCE 2707). “La meditación hace intervenir al pensamiento, la imaginación, la emoción y el deseo. Esta movilización es necesaria para profundizar en las convicciones de fe, suscitar la conversión del corazón y fortalecer la voluntad de seguir a Cristo. La oración cristiana se aplica preferentemente a meditar “los misterios de Cristo”, como en la lectio divina o en el Rosario.” (CCE 2708).
- Oración contemplativa: “La contemplación busca al “amado de mi alma” (Ct 1, 7; cf Ct 3, 1-4). Esto es, a Jesús y en Él, al Padre. Es buscado porque desearlo es siempre el comienzo del amor, y es buscado en la fe pura, esta fe que nos hace nacer de Él y vivir en Él. En la contemplación se puede también meditar, pero la mirada está centrada en el Señor” (CCE 2709). “La entrada en la contemplación es análoga a la de la Liturgia eucarística: “recoger” el corazón, recoger todo nuestro ser bajo la moción del Espíritu Santo, habitar la morada del Señor que somos nosotros mismos, despertar la fe para entrar en la presencia de Aquel que nos espera, hacer que caigan nuestras máscaras y volver nuestro corazón hacia el Señor que nos ama, para ponernos en sus manos como una ofrenda que hay que purificar y transformar” (CCE 2711). “Así, la oración contemplativa es la expresión más sencilla del misterio de la oración. Es un don, una gracia; no puede ser acogida más que en la humildad y en la pobreza. La oración contemplativa es una relación de alianza establecida por Dios en el fondo de nuestro ser” (CCE 2713). La oración contemplativa es mirada de fe, escucha de la Palabra de Dios, silencio, unión con la oración de Cristo y una comunión de amor portadora de vida.
COMBATE EN LA ORACIÓN
- Concepto erróneos en la oración: operación psicológica, esfuerzo de concentración, simples actitudes y palabras rituales…
- Mentalidades de este mundo: verdadero es aquello que se puede verificar por la razón y la ciencia; valioso es aquello que produce y da rendimiento; el sensualismo y el confort adoptados como criterios de verdad, de bien y de belleza; y la oración es la posibilidad de huir de este mundo (vs activismo).
- Fracasos en la oración: desaliento ante la sequedad, tristeza de no entregarnos totalmente al Señor, decepción de no ser escuchados según nuestra propia voluntad, herida de nuestro orgullo que se endurece en nuestra indignidad de pecadores, difícil aceptación de la gratuidad de la oración, etc.
- Dificultades: distracción, sequedad…
- Tentaciones: falta de fe, acedia (aspereza).
- Necesidad de tener una confianza filial
- Queja porque nuestra oración no es escuchada: ¿pedimos lo que nos conviene?
- Oración eficaz: la de Jesús. Jesús ora también por nosotros, en nuestro lugar y en favor nuestro.
- Perseverar en el amor: orar es siempre posible; orar es una necesidad vital; y la oración y vida cristiana son inseparables.
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