Los dos de Emaús

¡Alabado sea Jesucristo Resucitado!

«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?» (Lc 24, 32). Los discípulos que iban camino de Emaús no reconocen al Señor hasta el momento que hace memoria de aquel gesto de entrega: «tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando» (Lc 24, 30).

Aquello que había sucedido con las mujeres en el sepulcro, que «recordaron sus palabras» (Lc 24, 8), acontece ahora en estos dos discípulos. El sentimiento en su caminar era de fracaso; la desesperanza, el motor de su diálogo; y la incertidumbre cubría las horas del día.

Pero con la Resurrección hay un antes y un después. Con Cristo se nos otorga la capacidad de afirmar sobre nuestra vida, sobre nuestro caminar, mientras se apoya en Jesús, que nos alegramos de haber buscado al Señor (cf. Sal 104), tal y como nos repetía la antífona del salmo.

La luz de su Resurrección ha marcado para siempre nuestra vida al otorgarnos una vida nueva, una vida escondida en Cristo (cf. Col 3, 3), al incorporarnos a Él con el bautismo. Aquellos apóstoles seguían a Jesús pero no habían dejado que el Señor cambiase su corazón. No habían aún descubierto lo que Cristo tenía que decir sobre sus vidas. No permitieron hasta ese instante que Jesús fuese la meta de sus vidas y no sus planes o proyectos.

Y en el momento en que esto sucede. En el instante en que Cristo se convierte en fundamento de nuestra vida, de nuestro día a día, que rezamos lo que vivimos, que dejamos que Él nos ilumine con su Palabra. Entonces podremos decir como el apóstol Pedro a aquel lisiado: «No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda» (Hch 3, 6).

Queridos hermanos: que Jesús se convierta para nosotros en nuestro mayor tesoro; dejemos hoy que la Eucaristía nos recuerde su Resurrección y nos ilumine al reconocerlo a Él presente en este sacramento, como hizo con los discípulos de Emaús. Amén.

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Comentarios a esta entrada:

  1. Hay un tremendo antes y despues de la crucifixion.
    Poco antes de la Pasion, Pedro comentó a Jesus lo de las dos espadas para defenderlo, y se hirio a un criado del sanedrin en una oreja, Despues Pedro lo nego tres veces muy cerca de Jesus, ya que en la tercera negación Jesus lo miro amorosamente.
    Despues de la resurreccion los doce apostoles que se habian encerrado en casa por miedo a los judios, pero repito una vez vieron a Jesus resucitado venciendo a la muerte, salieron a predicar sin ningun miedo y a edificar la iglesia creada por Cristo sin miedo alguno. Todo ello se puede ver en los hechos de los Apostoles.
    Esta clarisimo la diferencia de un antes y despues de la pasion en la accion de los seguidores de Cristo.
    Que la Virgen Maria os ayude en vuestro blog.
    Jaime
    https://experienciasdelsagrario.blogspot.com/

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